Hola amigos!
El verano está para probar cosas nuevas y llenar el tiempo de experiencias enriquecedoras. Y ya os digo que esto es lo más enriquecedor (y delicioso) que vais a leer hoy. Una de las recetas clásicas de Xàbia – y especialmente deudora de la sabiduría de nuestro barrio marinero – es el arroz de boquerones y espinacas. Venga y con galeras de bonus track, que hay que ser generosos. Tomad nota:
INGREDIENTES
1 kilo de espinacas
12 galeras llenas
1 kilo de boquerón
1 kilo de caracol de mar
½ kilo de hueva de sepia
1 coliflor grande
Caldo de pescado (cangrejo, pescado de roca, rape…)
6 tazas de arroz bomba
Sal
Aceite
Tomate
Ajo
Azafrán
Perejil
PREPARACIÓN
Coges a tus amigos y los pones bien lejos de la zona de operaciones. Porque no querrás un concierto de: uy, yo ahora pondría esto… pues mi madre lo hacía así… y mi tía la del pueblo gastaba noséqué. No, claro que no queremos!! Así que los sientas al solecito, les sacas dos mil cervezas heladas y ellos ya sabrán qué hacer.
Y a sofreír; primero la coliflor troceada y las espinacas. Después la hueva de sepia. Solo marcarla para que no quede muy dura. Y cuando esté, añadimos el arroz junto con una picada de ajo, tomate, aceite y perejil y dejamos sofreír el grano durante un par de minutos…¡y ya está!
Después solo hace falta añadir el caldo de pescado que hemos preparado antes hirviendo los ingredientes (si hemos puesto 6 tazas de arroz bomba, gastaremos 18 tazas de caldo de pescado) y dejar que rompa a hervir.
Cuando esto pase es posible que algún vecino note el aroma y trate de asaltar la casa rollo white walker. No sufráis, ponedles a ellos también una cerveza.
Ahora añadís los boquerones (los lomos, bien limpios), las galeras y las mollas de los caracoles. Poneís azafrán y sal a vuestro gusto y en veinte minutos tendréis una paella barroca pero efectiva.
Ah, muy importante. No quería decirlo porque sé que sois gente de bien, pero por si a caso: no utilicéis nunca, ni bajo amenaza de muerte, una paella de seis para seis. Niet. Os quedará un arroz de un palmo de gordo y eso deberían ser diez años de trabajos forzados en los arrabales de Minsk (Bielorrusia). Usad, como mínimo, una talla más grande.
¡Y basta de charla! Tirad de cuchara, comeos las galeras con cuidado de no haceros daño (hay toda una teoría acerca de esto, de la que hablaremos otro día) ¡y que os guste mucho!