Queridos y queridas mías, mi propósito de año nuevo no va a ser apuntarme al gimnasio. A vuestra Tastaolletes todavía no le cuelga nada y yo eso de seguir coreografías dando grititos solo lo sé hacer a las tres de la mañana y con un copazo. ¿Abren los gimnasios a las tres de la mañana? ¿No? Pues eso.
Tampoco voy a dejar de fumar, porque a mí el vicio me duró exactamente veinte segundos: el doloroso tiempo que pasó entre la calada a un Fortuna que me dio mi primo Alberto en las fiestas del pueblo y las convulsiones, toses y contorsiones posteriores para sacar aquello de mis pulmones. Cómo sería la cosa que la orquesta Los Caribeños tuvo que parar la versión que estaban haciendo de Eva María se fue porque solo se me oía a mi en la plaza.
Y de régimen nada, que hay más verdad en una arròs amb fessols que en todo el sinvergüenza de Paulo Coelho.
Mi propósito para 2017 es quererme mucho (venga, y a vosotros también) y ponerme estupenda en este barrio. Porque me apetece y me lo merezco. Y porque la gente hermosa hace cosas hermosas. Y porque Paula no dice nada, pero cada vez que bajo a por el pan con mi camiseta de Queen at Wembley se tapa los ojos con las coletas. Os aclaro que no estuve en Wembley en el 86, pero ese concierto me lo he cantado en la habitación más de mil veces con el mango del cepillo del pelo y haciendo yo sola los ooooohhhhh y los eeeeehhhh del público. Luego ese entrañable vinilo acabó en ves a saber qué mudanza. Freddie, donde quiera que estés lo nuestro fue superparasiempre.
El caso es que Duanes es el sitio perfecto para mi propósito. No es un centro comercial con galerías carcelarias y franquicias robotizadas, sino un barrio abierto al mar, con avenidas luminosas y calles en las que todavía se respira la tradición pescadora. Aquí el hilo musical es el viento, el agua y las voces de gente que te conoce, que te llama por tu nombre y que cuando te pregunta cómo estás se para a escuchar la respuesta (a veces la vida es así de increíblemente buena), que respeta los productos de siempre porque sabe que la cocina es identidad y un acto de amor y que, sencillamente, de mayor quiere ser como es ahora. Aunque sea por tratar con gente así vale la pena.
Luego la oferta comercial de XabiaPort es brutal. ¿Quieres moda y complementos? Entonces vente a La Corona, Ke Toques, Infinity, People, Pepa G, Borja, Coco, Benetton, Priscila Welter… por cierto, se pronuncia pe-o-ple, como suena. Te garantizo que sea cual sea tu estilo sales a tope. Más guapa y más feliz. Más de que te mires al espejo y te lances un beso de esos de buscarse un hotel. Y si lo que quieres es mercarte unas buenas gafas, pues pásate por Opticalia Duanes o por Ockio, búscate una joya que lo parta en Nou Or Blanc o en Infinity, y para rematar déjate mimar mucho en la peluquería, en ARC, Josep Ballester, Pelo…querías o hazte un completo en Sensory Esthetic. Yo lo hice. La ruta entera. De arriba a abajo. Eso sí, con paradita a reponer fuerzas tomando una caña bien fría con tapa en Los Andares Ibéricos (esto es top secret: preguntad si tienen torreznos. Si la respuesta es sí desconectad el móvil y tomaos vuestro tiempo) por ejemplo. Hay muchos más bares que molan, pero de esa ruta hablamos otro día.
Solo os diré que cuando llegué a casa con las bolsas Paula estaba haciendo los deberes con unos compañeros del cole y que en vez de taparse los ojos con la coleta me señaló con el lápiz mordido y, sin darle importancia, dijo: chicos, esta es Tastaolletes.
Un día os pasáis por casa y os enseño mis compras.
¡Hasta pronto!
*Sí, el título es un homenaje a Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto. Una gran peli si no la habéis visto.